Orar por el Avivamiento

Los registros de oración de los santos se apilan en las bóvedas del cielo. ¡Qué bien lo pasaremos cuando una de las hermosas criaturas vivientes, con una voz melodiosa, lea ese registro de oración a los reunidos! Qué coro de aleluya tan poderoso entonará su lectura. Piensa en los millones que han orado y, sin embargo, cuán escasos son los registros de las desgracias forjadas por un Dios fiel en respuesta a las oraciones persistentes y creyentes. Sabemos que millones han demostrado el poder de Dios a través de la oración. La oración es otra forma de decirle a Dios que tenemos toda la confianza en Él pero ninguna confianza en nuestros propios poderes innatos. El descuido de la oración es un deshonor para Dios, porque es una forma de decirle que tenemos confianza en la carne y que podemos operar la vida espiritual como a nosotros nos parece. Los hombres fuertes (auto-fuertes) descuidan la oración, o a veces la rechazan o la ignoran, y así demuestran su autoestima y su casi independencia de la ayuda divina. Pero los hombres débiles claman a Dios porque la fuerza de Dios les garantiza perfeccionarse en su debilidad. ¿Hay algún gran hombre en la Biblia, grandioso en logros espirituales, que no fuera un hombre de oración? ¿Qué hacen los hombres (todos los hombres, espirituales u otros) cuando “se les cae el cielo” y otras ayudan fallan? Oran, por supuesto. Pero, ¿por qué esperan hasta que ocurra la tragedia?